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Biografía de Ramon Llull |
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Primer viaje misional a África
Hacia el mes de septiembre de 1293 Ramon Llull llega a Túnez e inicia su
campaña misionera. Empieza a establecer contactos con los círculos
intelectuales de la ciudad y se reune con ellos cada vez en mayor
número. Llull les mueve al diálogo asegurándoles que si por su parte
presentan argumentos convincentes, él mismo abrazará el islam. El a su
vez expone los suyos siguiendo el Arte.
La noticia de los encuentros promovidos por Llull llegó a conocimiento
de las autoridades y se propone su ejecución. Alguien, sin embargo,
recuerda las posibles consecuencias políticas de tal ejecución y se
decide la expulsión de Ramon. Mientras es conducido de la prisión a una
nave genovesa donde será recluido, Llull es objeto de la indignación de
la plebe que le amenaza con la lapidación.
Ramon se resiste a abandonar el campo de batalla. Consigue fugarse de la
nave en que estaba recluido y esconderse en otra, a la espera del
momento propicio para saltar de nuevo a tierra. Le sería imposible. Por
aquellos mismos días un cristiano que se parecía algo a Llull en el
vestido y por su barba, es asaltado por la gente que le había confundido
con el misionero y por poco pierde la vida a sus manos. Ante tales
circunstancias Ramon acepta zarpar rumbo a Nápoles.
Es preciso reconocer que el relato de la estancia de Llull en Túnez es
bastante verosímil. En efecto, la actividad misionera en el norte de
Africa se había guiado tradicionalmente por la idea de conseguir en
primer lugar la conversión de los soberanos y responsables religiosos.
En cambio el contacto con la población era más difícil y prácticamente
inexistente. En definitiva, el buen entendimiento, que era la norma de
la política exterior de los estados de Ifriqîya, se limitaba a asegurar
las bases de un comercio estable y provechoso por ambas partes. Para
ello se exigía el respeto y la no ingerencia en los asuntos internos,
los religiosos en primer término. Ramon Llull parece aceptar de lleno
esta estrategia. De hecho casi siempre se mantendrá fiel al programa de
una campaña misionera dirigida ante todo a la élite responsable política
y culturalmente. La inexactitud de su conocimiento de la realidad de la
sociedad musulmana le ocultaba la inviabilidad de tal programa.
De su estancia en Africa Ramon Llull trajo a medio hacer la Tabla
general , que ultima en Nápoles en enero de 1294. Es un compendio
del Arte que va señalando el interés de Llull en conseguir un resumen
cada vez má comprensible y operativo de todo su sistema. Junto a esta
obra otros escritos están fechados en Nápoles: Libro de “affatus”,
Libro de los cinco sabios , Flores de amor y de
inteligencia .
Mientras tanto, Llull busca continuar de algún modo su diálogo misionero
con los musulmanes. El 1 de febrero, el intendente del rey Carlos II de
Nápoles, escribe al capitán real de Lucera, comunicándole que el “discretus
v[ir] Raymundus Lul ” quiere ir a la ciudad “para hablar ( ad
conferendum ) con los sarracenos acerca de la fe católica”. Se le
ordena que ayuda “al maestro Ramon” en todo lo que sea necesario. La
autorización es válida para un año. Federico II había hecho de Lucera un
importante bastión en su lucha contra el Papado, concentrando en la
ciudad en etapas sucesivas (de 1224 a 1239) la población musulmana de
lugares vecinos.
No sabemos en qué acabó la visita de Llull, pero un documento del mes de
mayo nos hace sospechar que informó al rey de graves irregularidades y
presionó para que se tomaran medidas. Nos referimos a una disposición
real, fechada el 12 de mayo, en la que el rey da cuenta haber sabido por
diferentes informantes que en Lucera se han dado casos de cristianos
convertidos al islamismo. Carlos dispone que se les llame ante el
inquisidor, y quienes en el plazo de un año no hayan acudido, que sean
perseguidos judicialmente. En este mismo día el rey extiende un
salvoconducto comunicando al castellano de San Salvador, el llamado
Castel dell'Ovo, que el mag. Raymundum Lulii puede
entrevistarse ( loqui et conferre ) con los sarracenos
encerrados allí. El castellano deberá estar presente y escuchar las
conversaciones
[i] .
[i] P. EGIDI,
Codice diplomatico dei sarraceni di Lucera , Napoles, 1917, p.
32-33.
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